MODESTO EN ESENCIA
"En pleno éxito del TEU, que era donde tenía mi nómina fija, me enamoré (mejor dicho había estado interesado siempre por ella, ya que las familias se conocían antes de la guerra civil: vivíamos en la misma casa, Alberto Aguilera 51) de Enriqueta de Vallejo Álvarez, deliciosa criatura a la que le llevaba diez años y que, afectuosamente, llamaban en su casa y sus amistades Cuquita (. ..).
Vino la guerra
civil y cada cual perdió la rosa de los vientos en un ir y venir por la tierra
dolorida, por los muros de la incomprensión, por la cal de las palabras, por la
falta de amor y no de la razón, de una
sinrazón de odiarse (. .. ). A Cuquita la vi de nuevo, con su familia,
cuando bajé al Corpus de Granada en 1939, con el teatro que dirigía Luis
Escobar a dar unas representaciones al aire libre. El padre era un auténtico
y honorable militar, director de la Academia de Alféreces
Provisionales, y había perdido a su hijo mayor, gran amigo mío a pesar de ser
yo un liberal y él de ideas joseantonianas. Sentí de corazón su pérdida. Cuquita se había convertido en una espléndida mujer, con una mirada indefinible de ternura y una naturalidad en sus movimientos y expresión desconcertante".
El padre de Cuquita fue, en efecto, Luis de Vallejo, militar que llegaría a alcanzar la graduación de coronel del arma de Caballería, en tanto que su madre, Enriqueta Álvarez de Maeztu, de nacionalidad argentina, estaba emparentada con el célebre diplomático y político Ramiro de Maeztu."El 10 de diciembre de 1943 me casé en San Francisco el Grande, gracias a la familia de Cuca, y ofició el obispo de Canarias. Fray Albino (Menéridez Reigada) era dominico y amigo de casa. Una ceremonia por todo lo alto, militares, burguesía, actores y pueblo que nos vitoreó. Esto último, lo de los vítores, creo que lo organizaron Ballesteros, Martín (al que llamamos el negro), mi hermano Augusto y algún otro del TEU, que se trajeron, después de convidarles, a gente de la plaza de la Cebada. Algo desconcertante para los llamados personajes serios y divertido para la mayoría, esencialmente para mí (.. .).
Tras el cambio rápido de vestuario, cogimos el expreso de Sevilla con despedida casi multitudinaria, ya que sólo disponía de siete días de viaje de novios, pues el TEU, la radio SEU y Radio Nacional, necesitaban mi dedicación. Aunque tengo que aclarar que las tres actividades solo daban en el sentido económico para marchar dignamente, ya que entonces las nóminas eran bajas, y más las colaboraciones. Todavía no habían surgido esos ejecutivos monstruosos que muchas dictaduras crean o crecen a su aire para bien sobrevivir, y claro o está, cuando afloraron nunca ingresé en esas mafias.Siempre hay honrosas excepciones; más que nada porque la madre que me parió, Juana, y el padre que me engendró,Jacinto, y más tarde mi segunda madre Lola, me educaron en un sentido ético, humanista y de libertad que impidieron añadirme a la corrupción de ciertos vencedores o vencidos". (Una Manera de Ser)
Cuca lo fue todo para Modesto, su gran amor y su fiel compañera, formaban una pareja muy singular, ya que eran aparentemente, muy distintos. El soporte que Cuca brindó a Modesto le hizo enormemente libre para ejercer su profesión con total dedicación. Ella, de apariencia frágil, poseía una fortaleza blindada a la adversidad que siempre la mantuvo al lado de su"Modes",en sus mejores y en sus peores momentos. Era de un porte espectacular, una mezcla de gracia y señorío que paralizaba las calles por donde paseaba. Era profundamente buena, generosa, cariñosa, y siempre dispuesta a agradar desde una pureza casi bendita. Modesto, mucho más ocupado en sus labores profesionales, a su llegada encontraba siempre un hogar lleno de la ternura de su Cuquita. A medida que perdía oído, sus famosos despistes se hicieron famosos en todo el barrio, en casa, se armaban jolgorios, risas y escenas surrealistas...Modesto contando chistes "verdes"que despertaban unas carcajadas que ella adjudicaba a sus chistes, mucho más tiernos e inocentes...Era una excelente cocinera y famosas eran las pugnas en los festivales de croquetas en los que Modesto casi llegaba a las manos por defenderlas.Nunca se daba importancia, y su profunda admiración por el arte de su marido lo demostraba en cada estreno, a los que acudía radiante y orgullosa. Muchos de los actores de Modesto la recodaban con nitidez, y como confesó Paco Valladares,"De Cuca estábamos casi todos enamorados". Modesto y Cuca tuvieron cinco hijos, Marysol (9 de septiembre de 1944), Esther (3 de marzo de 1947), Juan Jacinto (24 de junio de 1948), Luis Enrique (6 de diciembre de 1950) y Alejandro (5 de abril de 1955). Todas las mañanas les despertaba para ir al cole con un, ¡arriba chipitotas! y se afanaba en la casa para tener todo en orden...menos el "templo de Modesto" , donde se respetaba el ordenado caos casi como si fuera un lugar sagrado....
"El corazón, de oro. El alma impecable, siempre luz y silencio. Y gestos de amor siempre dados. Con su clase, todas las cosas entregadas. Belleza, tanto hacia adentro como hacia fuera. Y su mirada profunda, y su profunda mirada. Perfil perfecto de la mujer que ama". (Alejandro Higueras)
La personalidad de Modesto, su manera de ser, daría para un tratado completo de humanidad. Fundamentalmente era un hombre bueno, pero sus rasgos abarcan tantos matices, que esa definición queda muy difusa. Era una persona que no dejaba indiferente a nadie, que poseía un don natural para la palabra y para el gesto. Era dueño de un ingenio muchas veces mordaz, y en algunas ocasiones hiriente, pero con una gracia y una soltura que te hacía inmediatamente cómplice de sus retratos. Él te vestía enseguida y te acercaba familiarmente a su universo, te hacía compañero de su profunda sensibilidad, pudiendo hacerte llorar de la risa, para a continuación erizarte la piel con una nostalgia, o con un sentimiento profundo. Cualquiera se sentía privilegiado incluso siendo el objeto de sus bromas. Quien mejor entendía esta dualidad era sin duda su mujer, su compañera Cuca, la que le vio llorar en su intimidad, la que sabía de sus miedos y sus angustias, que escondía muchas veces en la trastienda de sus ademanes folclóricos la responsabilidad de un padre de familia, de un sustento y del incierto futuro del artista. Fiel amigo de sus amigos, eran famosas sus animadas tertulias en el Bar Muñiz, atendidos por Doro, en el Ramimar, donde propuso un duelo a otro parroquiano por defender las croquetas de su mujer, y hasta en el kiosko de Felipe o sus comidas en el Losada...Conversador empedernido, de verbo apasionado, fiel defensor de la libertad creativa, a pesar de los vaivenes de una España poco proclive a ello.
Si Modesto, como ya sabemos, no dejaba indiferente a nadie, en el seno de su familia, con sus cinco hijos como bandera, ese arte corrió como un torrente de naturaleza inacabable que marcó con ese sello a cada uno de ellos. Les transmitió su amor por el arte escénico, y de una manera u otra, todos desarrollaron una especial capacidad para seguir transmitiendo la emoción dramática. Para sus nietos, Modesto fue un auténtico personaje. Mucho menos exigente, sin el peso de responsabilidades educativas, era cercano y cariñoso, siempre con una palabra amable o un chiste, o una caricatura de alguien que hacía partirse de risa a los niños. Todos sentían, sin saber bien por qué, una tremenda admiración por su abuelo, a veces irreverente y palabrotero que les hacia morir de risa, y que de vez en cuando les dejaba entrar en "su cueva" y les soltaba unas "pesetillas" para caramelos.
Modesto, tras recuperarse de una embolia cerebral, sufrió una recaída con diversos fallos cardiacos de los que ya no se pudo recuperar. El 10 de Noviembre de 1985, a las seis de la tarde murió Modesto acompañado de los suyos. Diversas personalidades acudieron a su sepelio y tras su funeral,José Ramón Centenero, actor que aprendió junto a Modesto, terminó haciendo una auténtica representación, contando anécdotas muy divertidas alrededor de un cocido, y convirtiendo un acto trágico en una verdadera fiesta...fiel reflejo de las dos caras que tan bien Modesto supo interpretar.
Modesto era un hombre de familia, unos valores que sus padres supieron transmitirle con su propio ejemplo. Por Mari Lola sentía una especial devoción, y su vinculación profesional con Jacinto fue constante, de hecho, juntos bebieron y brindaron de la misma fuente artística. Con Augusto y Luis disfrutó siempre de un calor familiar insustituible, y siempre que podía acudía presto a disfrutar de su compañía. Tuvo también Modesto grandes amigos, sobretodo su "hermano" Bernardo Mendieta, y otros muchos cosechad0s de sus andanzas en el teatro. Valeriano Andrés,Alfredo Marqueríe, Miguel Ángel Gil de Avalle, Pepe Almudévar, José Miguel Guitarte, Elías Gómez Picazo, Ignacio Aldecoa, Dámaso Santos,José Luis Aleixandre,Pío Ballesteros...
Eva Higueras es la última Higueras enamorada del teatro, que apostó firmemente por desarrollar su carrera profesional en el difícil mundo del entretenimiento, y que desde muy pequeña, de la mano de su abuelo, comprendió el poderoso embrujo de esa emocionante sensación de cada representación, la tensa espera a la reacción del público y la emoción de cada noche al recibir su aplauso.
"La incorporación de los directores al teatro se produjo, primero, en los por entonces llamados teatros nacionales, que procedían de experiencias modernizadoras realizadas durante la guerra, o incorporando a quienes habían estudiado el teatro fuera de la rutina acostumbrada.Luis ESCOBAR y Roberto Pérez de la Ossa, en el María Guerrero; Lluc Garín y luego Cayetano Luca de Tena, en el Español, fueron los nombres más destacados en esta labor, junto a Modesto Higueras en el TEU nacional, y procurando una labor semejante en los TEUS de distrito, provinciales o de ámbito menor, de dónde proceden buena parte de los directores actuales, antes de que esa profesión se independizase y creara Escuela. En ese momento, Modesto Higueras fue impulsor de corrientes teatrales desconocidas en España, descubridor de nuevos autores, y especialmente maestro de los actores, a quienes enseñaba oficio y respeto a la vez.El respeto que él ponía el texto del autor y a la personalidad del actor, en quien descubría, o ayudaba a descubrir, lo que llevaba dentro.Pero siempre sin hipertrofiar su propia labor, sin erigirse el protagonista, sino dejando que el protagonismo fuera para autor y actores. Y sin interferirse entre ellos y el público. Asistir y participar en el montaje de una obra por parte de Modesto Higueras era un espectáculo. Repetía incansablemente hasta conseguir su propósito, que el texto y las situaciones llegasen claras al espectador futuro, y no toleraba movimiento mal hecho, tanto colectivamente como en cada actor en particular, mientras insistía que las frases llegasen al público claras, sin bisbiseos o susurros.Aquella palabra que tanto repetía "véndelo, véndemelo", era como su consigna de director de escena, y ha venido a ser una huella indeleble en los sectores que iniciaron con él su trabajo, gente que nunca farfulla, que siempre coge el tono, que sabe hablar para que se les escuche, que saben llegar con el texto los espectadores, que saben, en definitiva, vender al público lo que le están diciendo. Por eso, cuando el teatro fue acentuando su dimensión espectacular y lo que se ve ha pasado a tener más importancia que lo que se dice, y cuando los directores se han transformado en protagonistas o lo han intentado por lo menos, modesto Higueras pareció quedarse sin sitio e hizo muy bien refugiándose en el teatro radiado, donde la palabra sigue siendo la protagonista, por mucho que la hago bien en ocasiones los llamados efectos sonoros. Era su manera de mantener su fidelidad al teatro y a un concepto de teatro que, en definitiva, es su esencia, pero también su atractivo, por mucho que las circunstancias lo traicionen.Con un escenario desnudo, un actor diciendo bien un texto, entendiendo lo que dice, sabiendo darle el tono y la emoción requeridas, eso es el teatro.Al que se le pueden añadir muchas cosas, pero si esas muchas cosas lo ahogan, el teatro desaparece. Modesto Higueras supo ser fiel a ese teatro, y enseñó a muchos a serlo. Por eso se distinguen los actores que trabajaron con Modesto Higueras en sus obras teatrales primeras, entre los que los hay eximios, maravillosos, buenos y regulares, pero a los que, cuando salen escena, se les nota que saben estar en ella y, fundamentalmente, que saben decir lo que dicen, que lo entienden ellos y saben llegar a los demás para que lo entiendan. Y, por supuesto, saben decir el verso, no porque lo renglonee y lo conserven el énfasis, o lo prosifiquen, sino porque lo desentrañan y lo valoran en los oídos del público, sin deformarlo. Modesto Higueras introdujo en el teatro español a Thorton Wilder, revalorizó a muchos clásicos, descubrió muchos autores patrios, pero supo, además, hacerlo respetando las esencias teatrales, sin descoyuntamientos ni pamplinas, procurando que el actor supiera transmitir al público la palabra del autor, sin enmascaramiento o interposición de falsedades a mayor gloria del director. Y dejando que, tanto autores como actores, demostrasen su personalidad y no se convirtiesen en meros espantajos para una extemporánea demostración de originalidad del director.Esa fue su gloria y, al parecer, su condena.Y cabe en una sola palabra: exigencia." Necrológica del Diario Alcázar